JOSÉ ANTONIO ECHENIQUE (Director de la Quincena Musical de San Sebastián)

Poner en marcha un festival de música en los tiempos que corren es una aventura tan apasionante pero, a la vez, tan difícil que sólo puede ser em­prendida por hombres y artistas fuera de lo común.

Ni una crisis económica que bloquea subvenciones y retrae a los aficiona­dos, ni la complicada organización material de los conciertos, ni la enreve­sada articulación de la agenda de los artistas han arredrado a Odón Alonso a embarcarse en un proyecto que venía alimentando desde hace bastantes años: el Otoño Musical Soriano.

Sólo un artista de su talento demostrado en centenares de conciertos me­morables; un organizador incansable con una dilatada experiencia en festi­vales como los de Cuenca y Puerto Rico; y una voluntad y energía a prueba de cualquier desaliento, pueden dar vida a un festival. En este sentido, el Otoño Musical Soriano cuenta con el privilegio de tener un Director Musi­cal de excepción: mi amigo Odón Alonso.

El programa de esta primera edición seguro que produce envidia a otros festivales con más años de trayectoria. Ocho conciertos en los que figuran estrenos absolutos y música antigua, orquestas sinfónicas y conjuntos de cá­mara, exposiciones, conferencias y un taller.

Por todo esto, la Quincena Musical de San Sebastián que ostenta el título de ser el Festival de Música más antiguo de España —hemos cumplido nada menos que 54 años en 1993—, saluda con emoción y cariño al más joven de los festivales deseándole una larga vida cuajada de triunfos.

La Música y la Ciudad de Soria lo merecen.

 JOSE LUIS OCEJO (Director Festival Internacional de Santander)

¡Bienvenido! Es hermoso poder decir esta palabra para quienes hacemos, de la música, nuestra forma de vida y nuestro más preciado vehículo de ex­presión. Bienvenida a una nueva iniciativa musical y cultural que emana de la ilusión, esfuerzo y buen hacer de unos pocos entusiastas que buscan, en la música, una manera más sublimada de entender la vida.

En este mundo convulsionado y a menudo indiferente y alejado de lo que es arte y cultura, el nacimiento de un festival es algo que debe alegrarnos a todos. Desde la experiencia de 42 años de historia —la del Festival de San­tander, que desde hace 11 años, me honro en dirigir— se que un nacimiento de esta naturaleza es siempre tarea ardua y difícil. Por ello sólo puedo de­sear que este Otoño Musical Soriano crezca y se desarrolle con el apoyo, respaldo y cariño de todos sus conciudadanos. El marco, esa maravillosa ciudad inmortalizada por el poeta en cada rincón y en cada recodo de su Duero, umbrío y reposado, es ya escenario irrepetible y único para que este recién nacido crezca y alcance una madurez fecunda de la mano de cuantos hoy han tenido la valentía de apostar por la cultura y por la música, para mayor enriquecimiento de todo nuestro pueblo.

Ha nacido un nuevo Festival. Bienvenido sea pues, para todos, este Oto­ño Musical Soriano que con todo afecto y sabiduría empieza su feliz anda­dura de la mano de ese maestro querido y admirado que es nuestro gran Odón Alonso.

GUILLERMO L. MARTÍNEZ (Presidente de la Junta de Directores)

A nombre de la junta de Directores de la Corporación de las Artes Musi­cales de Puerto Rico, y en el mío propio, desde esta bella tierra de Borin­quen, me es muy grato enviarles un afectuoso saludo a organizadores, parti­cipantes y público del benjamín de los Festivales españoles —el Otoño Musical Soriano— y a su Director Musical el Maestro Odón Alonso.

Don Pablo Casals, de padre catalán y madre puertorriqueña, a mediados de la década de los cincuenta, funda la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico y el evento musical de mayor importancia en la Isla —el Festival Casals—, del cual se celebró en el pasado mes de junio su trigésima séptima temporada.

La Orquesta Sinfónica, durante sus múltiples temporadas y participando en el Festival Casals, le ha brindado a Puerto Rico memorables y sublimes momentos musicales. Aquel sueño y creación del Maestro Casals —el Festi­val Casals y la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico— se nutrieron por casi dos décadas de su dirección y sabiduría musical, y durante seis fructíferos años fueron continuados y engrandecidos por la hábil batuta del Maestro Odón Alonso, hoy Director Musical del Otoño Musical Soriano. A nombre de todo amante de la buena música en Puerto Rico le extiendo al Maestro Alonso un afectivo ¡Gracias!

Sabiendo que compartimos la persecución de la excelencia musical, nos unimos con vosotros en un fraternal abrazo, y les exhortamos a dar el todo para hacer del Otoño Musical Soriano, que con ilusionada anda­dura comienza su historia, un evento de prestigio y renombre.

Con mis mejores deseos, quedo. Cordialmente.

JULIAN MARÍAS (Ensayista, filósofo, Pensador)

Me siento profundamente ligado a Soria desde 1946. En rigor, desde mu­cho antes, por la lectura de Antonio Machado, que fue el estímulo que me llevó a la pequeña ciudad castellana, pronto hará medio siglo. Lolita y yo, con nuestros hijos, vivimos Soria y su provincia con una cercanía difícil de imaginar.

Nos convertimos en un centro de atracción para muchos amigos, que pron­to compartieron nuestro entusiasmo. Sería interesante hacer el censo de los españoles ilustres —y algunos extranjeros— a quienes se lo contagiamos pa­ra siempre.

Uno de ellos fue Odón Alonso, perteneciente al mundo de la música, a diferencia de los que venían de la literatura, la filosofía, la historia o las ar­tes visuales. En este caso su vinculación a Soria fue más continua que en los demás. Su nostalgia soriana se ha remediado una y otra vez con estan­cias repetidas.

Una consecuencia de ello es la organización de un Festival Musical que va a enriquecer la vida de la ciudad, con la pasión y el talento que Odón Alonso pone en cuanto hace, y muy principalmente en la elección de sus co­laboradores. Siento alegría por todo lo que eleva la perfección y la vitalidad de Soria, y celebro estos días musicales de 1993.

ANTONIO GALLEGO

El otoño musical soriano que ahora comienza ha sido construido a partir de tres elementos esenciales: la conexión de un ámbito geográfico (Soria), un rumor poético (la poesía sobre Soria) y un paisaje musical. En ningún sitio de la España romance esos tres pilares son tan sólidos y tan antiguos. Nos lo contó hace años con su habitual maestría don Ramón Menéndez Pi­dal (De primitiva lírica española y antigua épica):

«En 1236 el cronista Lucas de Tuy nos da también el texto de un villanci­co popular, de tema político-guerrero; recoge la tradición vieja de que, cuando Almanzor murió (año 1002), un cantor misterioso, que se cree era el diablo, anunció la muerte a los cordobeses, cantando en árabe y en romance a ori­llas del Guadalquivir el cantarcillo que inserta en medio del relato latino: 

En Calatañazor
perdió Almancor
ell atamor».

La música de este estribillo de villancico viejo, el que encabeza todas las antologías de lírica de tipo tradicional, no ha llegado hasta nosotros; pero sí su perfume misterioso en el que anida, junto a un lugar preciso de la tierra soriana, un personaje histórico cuya muerte es dibujada poéticamente por medio de la primera referencia en romance a un instrumento musical el ata- mor, el tambor, tal como el cronista Tudense nos explica en latín: «In Ca­natanazor perdidit Almanzor tympanum sive sistrum, hoc est, laetitiam suam».

Desde que Almanzor perdiera por estas tierras su tamborcillo, es decir, su alegría y su vida, y un cantor cordobés lo expresara de tan certera y deli­cada manera, Soria no ha cesado de ser evocada poética y musicalmente hasta nuestros días. Uno de los aciertos del festival que inauguramos es, precisa­mente, el de propiciar mediante encargos y estrenos nuevas obras musicales sobre asuntos sorianos. Cuando oigamos las «Canciones del alto Duero» de Antonio Machado, nuevamente recreadas en las músicas de Antón García Abril, una tradición de varios siglos se verá enriquecida con un nuevo canto que rodará junto a los otros: los que el escultor románico ideó en manos de los reyes músicos del Apocalipsis en la portada de Santo Domingo, que vuelve a retomar —vía Camino de Santiago— el antiguo tema del Beato de Liébana, uno de cuyos mejores manuscritos se conserva precisamente en El Burgo de Osma; de por allí era Pedro de Osma, gran heterodoxo y contrin­cante de Ramos de Pareja; y no muy lejos habría visto la luz Martín de Ta­pia «Numantino», el autor plagiario del «Vergel de música»; y el excelso sopranista Francisco Soto de Langa, gloria de la capilla pontificia y, con San Felipe Neri, fundador del «oratorio».

Repertorio variado, a lo que se ve, de «raros y curiosos», a los que pronto se unirían, ya en plan más normalizado, los maestros de capilla, organistas y cantores racioneros, amén de ministriles e infantejos de coro en la catedral del Burgo, en las colegiatas de Soria, de Berlanga… en los conventos de Ágre­da, Almazán o Santa María de Huerta.

Habrá que estudiar más pormenorizadamente la música soriana, ya que el bosquejo de Paquita García Redondo (La música en Soria, 1983) no hace sino levantar la liebre. Hacen falta catalogaciones y estudios monográficos rigurosos como, por ejemplo, el reciente «Catálogo del archivo musical de la concatedral de San Pedro Apóstol de Soria», obra de Monserrat Sánchez y Jesús Gonzalo (Zaragoza 1992). Sin olvidar nuestro siglo XIX, que vió florecer en tierras sorianas las primeras actividades profesionales de un Hi­larión Eslava, y vió nacer en estos alcores a todo un Federico Olmeda. Una de las misiones de este Otoño Musical deberá ser el posibilitar estos estu­dios y, como consecuencia, presentar a los sorianos su propia música histó­rica, de la que tan repletos se hayan sus archivos pero tan depauperados sus conciertos.

Y, naturalmente, la música que han levantado los poetas que aquí nacie­ron o aquí vivieron, asombrados de tanta belleza como rezuma San Juan de Duero, San Saturio, Calatañazor o Medinaceli.

Sin olvidar, por supuesto, el repertorio internacional, que será el mejor punto de referencia para una adecuada valoración de los presumibles valo­res locales.

Sí, no cabe duda que este «Otoño Musical Soriano» tiene una gran tarea que realizar, y no sólo en el honesto esparcimiento de quienes aquí viven o aquí recalen con este motivo. Soria, como ejemplo señero de la España profunda, está esperando también musicalmente un conocimiento de su rea­lidad histórica adecuado a sus merecimientos. Ya hemos empezado: se le­vanta el telón.

JAVIER GÓMEZ (Presidente de la Diputación de Soria)

El nacimiento de una nueva actividad cultural en Soria siempre es recibi­do con los brazos abiertos por la Diputación Provincial, cuanto más en este caso en el que el objeto del Festival es la música, disciplina por la que esta Institución ha apostado fuerte desde 1982, cuando comenzó a celebrar con­ciertos estables en el Aula Magna Tirso de Molina.

En ese marco, muchos sorianos tomaron su primer contacto con los gran­des de la música de todos los tiempos, con nosotros aprendieron a disfrutar de sus obras y, algunos de ellos, decidieron así su futuro por el camino de los pentagramas.

Por todo ello, la Diputación Provincial de Soria no podía dejar pasar el «Otoño Musical Soriano» sin participar de forma activa e ilusionada. Al pa­trocinar un concierto, queremos manifestar nuestro apoyo al Festival para que mantenga viva la música en nuestra provincia y se convierta en un sím­bolo cultural de Soria en todo el país.

Nos sentimos orgullosos de estar presentes en el Festival por medio de la Orquesta de Cámara «Reina Sofía» y de que el Profesor Chumachemco ha­ya incluido en su programa «Las Cuatro Estaciones» de Vivaldi que es una magnífica ilustración musical para la belleza de nuestra tierra en todas las épocas del año.

JUAN JOSÉ LUCAS (Presidente de la Junta de Castilla y León)

La música es uno de los lenguajes más universales; los sentimientos se trans­miten a través de ella, sin necesidad de traductores, por eso, los músicos nos hacen llegar el sentido profundo de las culturas.

El día 29, Soria va a tener la oportunidad de escuchar, en el espléndido marco de la Antigua Audiencia, a la Orquesta Sinfónica de Castilla y León.

Una Orquesta que, bajo la magistral dirección de Max Bragado, ha ido acumulando éxitos ocupando, actualmente, lugares de privilegio dentro del panorama musical internacional.

La Junta no podía estar ausente del Otoño Musical Soriano, y ha querido participar mediante este conjunto sinfónico, configurado, sin duda alguna, como un instrumento cultural de primer orden.

Nuestra orquesta, la de todos los castellanos y leoneses, está prestando una especial difusión de los compositores españoles y a las jóvenes prome­sas —algunas ya realizadas— como Miguel Ángel Muñoz, un joven de So­ria que ya atesora los secretos del piano con auténtico virtuosismo.

Ahora visita Soria y lo hace con un atractivo programa.

Estoy seguro que los aficionados a la música responderán cumplidamente a esta convocatoria, de la misma forma que lo estoy de la interpretación de nuestra orquesta —la gran sorpresa castellana, como la definió el crítico Justo Romero— provocará el entusiasmo de los asistentes, que no regatearán aplau­sos y ovaciones a unos músicos que día a día trabajan, y duro, por consoli­dar esta agrupación y mantenerla en los puestos de primera fila, que son los que todos los castellanoleoneses deseamos para todo proyecto e iniciati­va de nuestra tierras.